Sobre el cerebro adicto y Johann Hari




Lectura y escritura exploratoria

En el artículo El cerebro adicto de Verónica Guerrero Mothelet, nos informa que actualmente se reconoce a la drogadicción como una enfermedad. Una enfermedad que (bajo condiciones específicas) puede ser tratable... así como cualquier otra.
No quiero repetir lo mismo que leí en el artículo, pero me interesa la parte en que menciona, de que en los treintas, la drogadicción, se consideraba un problema moral, de falta de voluntades y no de salud. En un tono optimista da entender por la omisión de que actualmente esto ya no es así, sin embargo actualmente en el estado de Arizona a quienes padecieron este problema se les hace vestir una camisa, donde puede leerse: "fui drogadicta” y salir encadenadas a cavar tumbas mientras el público se burla de ellas. Cuando salgan de prisión tendrán antecedentes penales lo que significa que les será más difícil no trabajar de manera legal. En China y otros países la drogadicción está penada con la muerte, tanto para los vendedores como los usuarios. Eso sin mencionar que actualmente en nuestro país, las etiquetas teporocho, marihuano e incluso las que no son tan peyorativas como: alcohólico, drogadicto y fumador empedernido no dejan de ser vistas de forma despectiva.
La manera en que deseo abordar el artículo, es desde una perspectiva social y no tanto individual. Si vamos a tratar el tema como una cuestión de salud, es porque me pregunto: ¿las sociedades también pueden padecer enfermedades o será que éstas siempre son sanas? Espero que a través de esta actividad pueda dar una respuesta.

Johann Hari, es un investigador motivado por el recuerdo en la infancia de no ver despertar a un familiar tras una sobredosis y este hecho lo marcó de una manera en que comenzó a observar el problema de las adicciones no sólo en su círculo familiar, sino en el fraternal. Observó que la decisión de castigar y hacer sufrir a los adictos, bajo la creencia de que así los disuadían dándoles un incentivo para detenerse, fue un grave error. Para Hari, centrarse en la pregunta: ¿qué es lo que provoca una adicción? Lo llevó a buscar respuestas entre varios tipos de personas, desde el vendedor hasta el científico. Fue en Portugal donde supo que casi todo lo que creemos sobre las adicciones está mal.
Por ejemplo: si imaginamos que por durante veinte días usamos heroína, tres veces al día, desde hace un siglo, hasta ahora, se ha pensado que al haber ganchos químicos en la sustancia, el cuerpo se hará dependiente y al acabar ese plazo de veinte días tendremos en casa a un adicto. Hay algo mal en esta historia. Si por alguna circunstancia alguien nos atropella y nos rompe la cadera nos llevarán a un hospital donde se nos administrará diamorfina, que no es otra cosa que heroína mucho mejor que la que se consigue en la calle, porque la ilegal está tan rebajada, que en realidad, contiene poca heroína. La recetada por el doctor es médicamente pura y será prescrita por un largo período de tiempo. No cuadra entonces nuestra creencia planteada originalmente porque al salir del hospital deberían ser adictos y esto no sucede.
Hari conoció a Bruce Alexander, profesor de psicología en Vancouver quien realizó un experimento que nos ayudará a entender este tema: le tocó observar que cómo una rata era encerrada en una jaula con dos tipos distintos de agua: agua pura y agua con droga, la rata siempre prefería el agua con droga y moría rápidamente de sobredosis, pero él dijo:
-Está en una jaula vacía, intentemos con algo diferente.
Construyó una jaula que nombró: el parque de las ratas donde tenían mucho queso, pelotas de colores, túneles, amigos y relaciones sexuales, pero también las dos muestras de agua. Resulta que en el parque de ratas no gustaba el agua con droga, ninguna presentó sobredosis en este ambiente feliz y lleno de vínculos. Alexander pensó que quizá el comportamiento de las ratas es diferente en humanos pero revisando la historia encontró otra respuesta fundamental: la guerra de Vietnam. En las noticias de esa época estaban preocupados porque el 20% de las tropas estadounidenses usaban heroína y suponían que al regresar a casa miles de drogadictos merodearían en las calles de EUA. El archivo de Psiquiatría general hizo un estudio detallado a los soldados que usaron la sustancia y sucedió que no fueron a rehabilitación y el 95% de ellos, simplemente la dejaron. Por lo que el profesor Alexander se preguntó: ¿y si la adicción no tiene que ver con los ganchos químicos y si la adicción tiene que ver con la jaula?
El profesor en Holandés Peter Cohen propuso que tal vez ni deberíamos llamarlo adicción, tal vez deberíamos llamarlo conexión, porque el humano tiene la necesidad natural e innata de conectarse y cuando somos felizmente saludables nos vinculamos y conectamos con otros, pero si pasa lo contrario la vinculación es con algo que dé alguna sensación de alivio: juegos de azar, pornografía, drogas, compras, comer en exceso e incluso consultar el celular cada rato ¿por qué? para conectarse con algo placentero. En este momento podríamos estar leyendo este artículo con una botella de vodka, pero el caso es que la razón por la que no está sucedoiendo esto es porque en este momento tienes vínculos con otros y quieres estar presentes para ellos, tienes un trabajo que amas y personas que amar, tienes relaciones saludables. Pero en el caso de que no puedes soportar estar presente en tu propia vida... vaya, tiene implicaciones significativas, buscarás algo que cubra esos vacíos emocionales.
Si quieres diseñar un sistema que empeore la adicción, el sistema actual es el mejor. En el 2000 Portugal tenía uno de los peores problemas de drogas en Europa. El 1% de la población era adicta tan solo a la heroína. Mientras más castigaban a las personas, cada año el problema era peor. Fue cuando el gobierno tomó la decisión de hacerle caso al Dr. João Goulão de despenalizar todas las drogas, pero (y este es un paso crucial) todo el dinero que se gastaba en aislar adictos debían usarlo para reconectarlos a la sociedad y no nos referimos clínicas de rehabilitación, sino a un programa masivo de creación de empleos para adictos, microcréditos para la creación de pequeñas empresas (como talleres mecánicos, donde por un año se le pagaba la mitad del salario a quien estaba en rehabilitación). La meta era asegurarse de que cada adicto en Portugal tuviera algo que los hiciera dejar la cama cada mañana, de esa forma podrían redescubrir sus vínculos y relaciones con la sociedad. A quince años desde que empezó ese experimento la adicción se fue significativamente a la baja.
Una forma de saber que el método ha funcionado es que casi nadie en Portugal quiere volver al viejo sistema.
Si la desconexión es el motor más importante para la adicción, debemos saber que está aumentando porque existe la ilusión de que nuestra sociedad está "más conectada que nunca", las conexiones que tenemos en internet son una parodia de las conexiones humanas. Si alguien tiene una crisis en su vida y lo publica en su red social no serán los seguidores de Twitter quienes le hacen compañía, ni los "Likes" de Facebook quienes te sacarán de un problema, son los amigos de carne y hueso. Al intercambiar amigos por cosas, te aíslas de la vida real
No podemos hablar de la adicción siempre como una recuperación individual, necesitamos empezar a hablar de una recuperación social. Si algo está mal como individuos, también como grupo. La vida se parece más a una jaula aislada y menos a un parque de ratas.
De manera contundente Johann Hari propone que lo opuesto a la adicción no es la sobriedad, lo opuesto a la adicción es la conexión.
Para visualizar los subtítulos, actívalos en la parte inferior del video.


¿Por qué has elegido ese tema?
Porque actualmente soy adicto al cigarro y no es hasta hace poco que tuve un dolor de labios (que se me quitó sino hasta dos meses después) que le bajé de fumar una cajetilla al día a unos cuántos.

¿De dónde partiste para empezar a escribir?
De la casualidad, porque al encontrarme este video, fue que más quise saber sobre las desconexiones humanas y tomaré esta pregunta a manera de conclusión de este análisis de la lectura: tal vez sea fácil decir que la drogadicción es una "enfermedad" porque al hacerlo le cargamos más culpa al usuario de la droga. La desconexión es lo que en este momento aniquila la empatía con los demás, por eso es fácil explicar no sólo los problemas familiares, estatales o nacionales. Tomen un periódico y revisen los problemas a estos niveles y encontraremos una desconexión que tarde o temprano traerá consecuencias para las que no estamos preparados. Nuestra desconexión no sólo es humana, es para con los animales, para con el ecosistema, para con la vida.

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